domingo, 2 de abril de 2017

El arte de no amargarse la vida


Una vez escuché decir a un ávido lector (¿o quizá se lo leí?) que hay que leer de todo, incluso libros de autoayuda. Y supongo que remarcó eso último por la mala fama que tienen los de dicho género.

Personalmente, nunca me he sentido atraído por los libros de autoayuda. Primero, porque es incongruente que existan; su denominación no tiene ningún sentido. La definición de autoayuda dice: "Ayuda que una persona se presta a sí misma para superar una situación personal que le afecta psicológicamente". Pero si lo que hacemos es recurrir a un libro, no sé que diferencia puede haber con visitar a un psiquiatra. Para practicar la autoayuda deberíamos hablar con nosotros mismos y punto. Leyendo un libro, lo único que conseguimos es meter la voz de otra persona en nuestra cabeza, por lo que el ejercicio de ayudarse uno mismo queda del todo anulado.

Pero la segunda razón por la que no me interesan es que esa clase de libros tienen una pinta de aburridos que echan para atrás. Si no hallamos trama, ni personajes, ni ningún misterio que resolver, ¿cómo van a ser divertidos? Además, siempre sobrevuela el temor de dar con algún místico inescrutable soltando parrafadas con sentidos ocultos, pero tan ocultos que nadie entienda absolutamente nada. Vamos, como si estuvieras leyendo una Biblia escrita a mano por la indescifrable letra de un médico.

Pero cierto día viendo la tele, hará ya un par de años, me topé con una entrevista muy interesante que hacían a un psicólogo. Y resultó ser interesante, no porque me ayudara de algún modo a ser más feliz, sino porque el dogma que pregonaba se aproximaba sorprendentemente a mi forma de ver la vida. Yo, desde el día en que nací y sin saberlo, había estado poniendo en práctica aquel método que ese hombre explicaba con tanta devoción. Y ese hombre no era otro que Rafael Santandreu. Entonces lo busqué por internet y me di cuenta de que había publicado un par de libros (en estos momentos ya lleva tres). No tardé en preguntarme: ¿existe mejor autor para empezar a leer libros de autoayuda? Y como mi respuesta fue un NO rotundo, en cuanto pude me hice con "El arte de no amargarse la vida", que es el título de su primer libro.

Tampoco esperaba gran cosa. Siempre he creído en lo poco que tienen en común nuestra forma de hablar con nuestra forma de escribir. Tengo la rara impresión de que todo queda más formal cuando utilizamos las letras; aunque me había gustado mucho cómo se había expresado Rafael en la entrevista, no albergaba muchas esperanzas a la hora de abrir el libro. Por suerte me equivocaba. Fue abrir sus páginas y, acto seguido, quedé enganchado. Lo devoré en tres días.

¿Qué tiene ese libro, a parte de acercarse mucho a mi filosofía de vida? Pues, para empezar, un discurso más que asequible. Aquí no encontraremos frases complicadas ni conceptos exóticos. Todo es diáfano y nítido, con lo que logra que cualquier cosa se entienda a la perfección; nadie trata de colarnos tecnicismos ni utiliza supuestas frases bonitas para regalarnos lo oídos (¿o en este caso debería decir los ojos?).

Esta característica diáfana creo que es especialmente importante en un libro de autoayuda, ya que al lector le aporta la impresión de estar ante un discurso honesto, que no se esconde tras frases incomprensibles. Bien por el autor.

Pero, a medida que pasaba sus páginas, lo que realmente me gustó fue ver cómo cada capítulo estaba salpicado con un montón de anécdotas y no pocos minicuentos, algunos de una belleza irrefutable. ¿Por qué son tan importantes los cuentos en esta clase libros? Pues porque un cuento, paradójicamente, no nos cuenta una historia, la muestra. Y ese es el mejor camino para la comprensión: ver con nuestros propios ojos, a través de ejemplos sencillos, las consecuencias de un trastorno mental o la serenidad provocada por una mente sana.

Ni que decir tiene que recomiendo a todo tipo de personas este libro, pero no porque puedan experimentar un cambio radical en sus vidas (para eso es necesario sufrir trastornos mentales de algún tipo), sino porque es ameno, divertido y accesible. Y con esto queda demostrado, al menos para mí, algo muy importante: da igual el tema sobre el que trate un libro. Siempre, sin importar el género, podremos encontrar buenos libros. O películas. O series. O canciones.


4 comentarios:

  1. Me encantaba ver a Rafael Santadreu en Para todos la 2. Una amiga me habló muy bien de este libro, me dijo cosas parecidas a las que mencionas en la entrada, incluso lo compré a pesar de mis prejuicios hacia los libros de autoayuda. Pero todavía no lo he leído. Quién sabe si le tocará algún día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues, cuando lo leas, espero que te guste tanto como me gustó a mí. Tampoco quiero ponerlo por las nubes ni crearte grandes expectativas, el tema tratado es el que es y probablemente no invente nada, pero resultó ser uno de esos libros de los que, mientras leía, deseaba que nunca terminara. ¡Ah!, y el segundo libro, "Las gafas de la felicidad", es tan divertido o más que el primero. Y el tercero, "Ser feliz en Alaska", tampoco está nada mal, lo que pasa es que vuelve a incidir en lo mismo y, después de leer tanto sobre el tema, es un poco reiterativo. Pero vamos, que es igualmente disfrutable.

      Eliminar
  2. He hecho llegar tu entrada de blog al mismísimo Rafael Santandreu para que pueda leer tu "recomendación".

    ResponderEliminar